jueves, 20 de junio de 2013

El precio de la esperanza II

Esto no va a ser fácil de contar.
-Inspira por la nariz. Despacio. Ahora deja salir el aire por la boca contando hasta diez.
Es mi terapeuta. Quiere sofronizarme. Algo así como la hipnosis. Que haga una regresión al pasado. Que me visualice siendo niña. Quiere intentar llegar a la génesis de mi problema. Es  muy joven y, a su pesar, lo enfatiza poniéndose muy derecha en la silla, adoptando un gesto de serenidad comprensiva, usando una bata blanca de tela rígida que le queda un poco grande y llamándome de tú. Se esfuerza. No la quiero defraudar.
-Deja tus piernas y tus brazos flojos. Deja que tu mandíbula caiga, que tus párpados se cierren suavemente.
Ha bajado las persianas dejando que la luz pase entre las rendijas. Ha puesto música chill out de su iphone en un pequeño altavoz. Muy profesional. Previsible. Y muy ingenua.   
Estoy ingresada en una clínica psiquiátrica porque cuando mi novio me dejó, me tumbé en la cama con todo el pedido que había hecho al supermercado gourmet y me lo comí. Empecé por la mortadela de Bolonia, auténtica, cortada muy finita, rosada y cremosa. Continué con los demás fiambres y los quesos. Dos botellas de cava después, me costó mucho terminar el  último cubo de helado derretido. De hecho vomité a la mitad. Pero troceé galletas belgas dentro  y la sensación crujiente me estimuló.
Soy diabética. Y muy gorda.
-Deja que tu cuerpo se abandone, sin oponer resistencia.
Hice otro pedido por teléfono y cuando no abrí la puerta, el chico del reparto avisó al portero. Entraron y me encontraron en coma. Los envoltorios y los restos de comida se mezclaban entre las sábanas arrugadas con los fluidos que habían salido del cuerpo cuando se relajaron mis esfínteres. Llamaron al 112.
Esta es una de esas historias que a uno le dan asco pero que quieres conocer.
-Imagínate en un lugar donde te sientes muy tranquila, muy relajada. Siente la luz, la temperatura y los sonidos de ese lugar.
Soy un bulto oscuro enorme derramado encima de un sillón reclinable en la sala en penumbra de un psiquiátrico. Oigo una música aburridísima. La temperatura está bien.
-Visualiza una puerta. Es la puerta hacia tu pasado. Camina hacia ella.

La verdad es que yo no quería a mi novio. 
Pero eso lo contaré otro día.

2 comentarios :

  1. Me encanta cómo escribes, Catalina... :-) Una recomendación Shirley Jackson http://libros.fnac.es/a821489/Shirley-Jackson-Siempre-hemos-vivido-en-el-castillo

    Y la mejor http://en.wikipedia.org/wiki/The_Haunting_of_Hill_House

    Te va a gustar. Un beso. Nines

    ResponderEliminar