domingo, 13 de octubre de 2013

Searching for sugar man, la humildad del poeta


Una vez me dijeron que no sé lo que significa la palabra humilde. Puede ser cierto. Lo que sí sé, es distinguir a alguien genuinamente humilde. Es más fácil si es poeta, aunque siempre habrá excepciones, Dalí a modo de ejemplo, idem Nietzsche. Este último dice que «sin música, la vida sería un error», craso error, no al menos si eres Sugar man, un tipo humilde que lleva la música por dentro y no hace falta que haya dedicado su vida entera a componer.
Sugar man es una leyenda, un Bob Dylan de raíces mejicanas, un currante, un dandy, un músico genial desconocido por el gran público (o quizás no tanto), y un poeta con mayúsculas. Por eso esta historia merece ser contada, este documental es tan necesario como el agua.
Nadie sabe en dónde está Sixto, (así lo llamaron por tratarse del sexto hijo en la familia), últimamente nadie lo ha visto, nadie sabe si está vivo, si murió descerrajándose un tiro o se inmoló prendiéndose fuego (como en aquella carátula mítica de cd de los Rage Against the Machine)en mitad de una actuación. Es una incógnita el por qué dejó de componer y abandonó su guitarra. 
Sugar man es Sixto Díaz Rodríguez, más conocido como Rodríguez, y es una leyenda porque su música levantó a millones de jóvenes en contra del apartheid, encarnando una auténtica revolución espiritual y musical en África.  Suyos son dos albums; Cold Fact ( 1970), y Coming from Reality (1971), dos auténticas joyas del blues, de la psicodelia, de la poesía, del rock an roll al fin y al cabo. Dos diamantes en bruto, con un repertorio de canciones de letra pulida, tan sabias que desentumecen los músculos y devuelven la esperanza en un mundo un poco más libre, un poco mejor (un poco nada más).
Sólo hay que ver una de las fotos de este hombre, (ante todo es un hombre tranquilo, como John Wayne en aquella película), de este artista, para saber qué clase de poesía es su poesía,  y hacerse una ligera idea de qué clase de música compone. Siempre de negro, como Cash, (que cuándo le preguntaron por qué vestía siempre así, dijo que cuando el mundo mejorara cambiaría de color), como Loquillo, enfundado bajo unas eternas gafas oscuras, con un aura de místico, de monje, de sabio. Si entonces te aventuras a escuchar su música, te sorprenderá esa voz única y no tendrás otra escapatoria más que dejarte atrapar por esas canciones que arrebatan el alma.  Porque esa imagen de dandy trasnochado, de tipo que sabe de qué va esto, de cómo funcionan en realidad las cosas, es auténtica, es genuina, es brutalmente sincera, no hay apariencia, no hay soberbia, tan solo la humildad del poeta.  Disfruten y escuchen, no les decepcionará.

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