lunes, 11 de noviembre de 2013

Caballos

He asked me about my family. I told him about my grandma on my mom’s side who lived with us. She was filled with nobility and goodness, told me once that happiness isn’t on the road to anything. That happiness is the road. Had also instructed me to be kind because everyone you’ll ever meet is fighting a hard battle.

Bob Dylan, Chronicles, volume one
Caballos
Dentro, en lo más profundo de nuestro ser,
galopa el caballo…¡Caballo, caballo!
Símbolo de la potencia arrolladora
y de la capacidad de movimiento,
de la acción…

(D. H: Lawrence)

¡A ti, caballo del sol, que lentamente cruzas la tierra; a ti, caballo celeste,  te he ofrecido mi sacrificio!...

(Oración Navaja)

Se empinó sobre las mismas
estrellas, sus ojos enrojecidos
revolviéndose… Se levantó
amenazador, sobre sus patas…,
Entonces saltó y se iluminó el
Oscuro vacío.

(William Rose Benét)

Y tomó Dios un puñado de viento
del sur y prestándole Su Aliento,
creó el caballo.

(Leyenda beduina)

El caballo del sol es un macho amarillo,
un caballo azul, un caballo negro;
El caballo del sol ha venido a buscarnos.

            (Canto ceremonial Apache)


El día ha nacido tibio. Salgo del apartamento y contemplo un amanecer de película. El sol crece sobre un mar transparente que lentamente se ilumina entre brillos celestes. La  blanquísima arena de la playa a estas horas se siente cálida bajo mis pies. Una vez mas, y debe de ser la séptima vez que lo pienso, me considero un privilegiado por tener acceso a este paraíso en vida. Me sumerjo en el agua y noto el tenue balanceo de la marea. El mar ha nacido tibio este día y el agua fresca conforta mi piel. Me seco y acudo al restaurante para desayunar. Me sirvo café, tortitas, fruta, tostadas, zumo y huevos revueltos. Desayuno lentamente saboreando cada bocado mientras contemplo el mar  a mi lado. Solo estamos yo, el mar y la arena. Si cierro los ojos oigo el suceder de las olas. Si cierro los ojos solo estamos yo, el mar y la arena.
Tengo que disfrutar de este momento. Decido mejorar aún mas mi situación, llenar cada segundo de estas horas con un suceder de pequeños placeres. Vuelvo a mi infancia, necesito montar a caballo por la playa hoy. Me acerco a recepción y pido un taxi que me lleve al rancho. Me comunican que no necesitaré un taxi porque uno de los encargados del rancho me vendrá a recoger. Me gusta que los planes salgan bien. Me gusta que la vida se acerque a un instante de concordia. Me gusta rozar la perfección.
El coche que me viene a recoger no tarda en llegar. El conductor es un colombiano honesto y agradable. Hablamos de Colombia y España respectivamente. Él   solo conoce Valencia, yo quiero visitar Bogotá. Llegamos al rancho, ya puedo ver  los caballos, vuelvo a mi infancia, amo  los caballos, son la perfección. El patrón del rancho me pregunta si sé montar, le contestó que sí, hay quién nace deseando cabalgar, yo soy de esos. Me da un caballo imponente, de raza árabe y española. Se llama Excalibur, tiene presencia, fuerza, nervio, porte. El patrón que es un mejicano con carácter confía en mis aptitudes como jinete. Me gusta que el día haya nacido tibio. Me gusta que el caballo con el que voy a galopar por la playa posea raza y temperamento. Me gusta mi vida. Me gusta rozar la perfección.
No hay nadie más que yo para montar a estas horas de la mañana. Me acerco a un potro que está solo en su cuadra. Es árabe, del color del turrón, con una mancha blanca en la frente.(…La virtud llevarás prendida al mechón de tu frente… Te he dado el poder de volar sin alas, El Korán) Meto mis manos dentro del redil, el potro está nervioso, se mueve hacia mis manos y vuelve a retroceder. Me mira con sus ojos llenos de vitalidad (En sus ojos habita una extraña quietud, una serenidad con la que parece contemplar el mundo desde una cierta distancia… Es la mirada desde las profundidades de un sueño, Hans-Heinrich Isenbart). No me teme, simplemente está decidiendo si soy digno de él. De nuevo se aproxima, y esta vez deja que mis dedos lo acaricien.(…Se restregaron los hocicos y algo debieron decirse porque sólo unos minutos después ya estaban rascándose uno a otro como dos hermanos- y eso es lo que eran, hermanos. Will James.) Puedo sentir su fuerza, puedo acaparar estrechando su cuello toda la bravura del mundo. Sus venas laten, su pecho palpita, de pronto se vuelve a alejar. Da vueltas sobre si mismo, seguramente no esperaba conocer a nadie hoy.(La naturaleza es más bella que el arte, y en un ser vivo, su libertad de movimiento aumenta su belleza. Bufón) Me gustaría darle de comer, pero no he traído nada que pueda masticar. Su presencia es imponente, mayor que la de cualquier otro ser de esta tierra. Su alma está hecha de nervios, su corazón es grande como un sol.(…Un caballo es algo de tal belleza, digno de tanta admiración y maravilla, que atrae la atención de todos los presentes. Nadie dejará de mirarlo mientras se manifieste en todo su esplendor. Jenofonte) Suda, cocea, se revuelve, se vuelve hacia donde me hallo y asiente con su majestuosa cabeza. Lo interpreto como una aprobación. (…Y empezó a Trotar, y a Encojerse, y a Calcitar alias Cocear, y a Cabriolar y a Botar y a Rebotar y a Galopar locamente como si el mismísimo Demonio hubiese venido a buscarlo en propia persona. Francisco Rabelais) Me ofrece su concordia, comparte su naturaleza conmigo, permite que aprecie su contenida violencia, su plenitud de potro recién domado todavía con parte de su sangre corriendo por el lado salvaje de la vida. Acuden a mí mente esos versos del bardo entre  los bardos ingleses que dicen así: Sus ojos, que con desdén centellean como el fuego, descubren su ánimo ardiente y su enorme deseo. Su relincho parece la voz de un monarca, y su porte exige homenaje. Eso es realmente, un caballo… (William Shakespeare). O aquellos del bardo entre los bardos norte americanos: … Tremenda belleza de un semental… ojos llenos de chispeante malicia… pecho dilatado… magníficas patas temblando de placer…(Walt Whitman.) Sí, yo te entiendo noble bruto, yo soy de esos que cuando niño viajaba en la parte de atrás de un coche se imaginaba fuera de él, cabalgando a lomos de un potro indómito. Aún lo hago. (Pegaso era un caballo blanco como la nieve… tan salvaje, ligero y airoso en su vuelo por los aires, como cualquier águila que jamás atravesase las nubes. Nathaniel Hawthorne)
El patrón ordena a un muchacho que trabaja en el rancho que haga de guía para llegar hasta el faro. Montamos y al paso nuestros caballos se van alejando del portón de entrada.
El terreno es abrupto, está lleno de piedras, raíces y plantas, y los caballos en ocasiones tropiezan. Avanzamos en silencio, hablo con Excalibur y le pido que me respete como yo le respeto. El muchacho guía también parece disfrutar montando su caballo, se ríe cuando me escucha hablar con el animal. Cabalgamos en fila india porque no hay sitio en el camino para los dos pero cuando alcanzamos una amplia llanura el chico me dice:
- Como solo somos dos no hace falta que vayas detrás, puedes ponerte a mi lado.-  Golpeo con los talones a Excalibur y este trota hasta ponerse su altura. Su trote es elegante, su sombra me muestra como eleva poderosamente su patas, pasando de una a otra a latigazos. Cuando dobla una de las patas contra su pecho realiza una reverencia a los dioses. A veces trota de lado, y saluda a la ancha meseta con su cabeza. Llevo cortas las riendas para infundirle autoridad, es noble, pero también es mucho más fuerte que yo. Palmeo su cuello henchido para que no me tema y se acostumbre a mi  presencia. Es un buen caballo, he montado todo tipo de caballos, de todos los tamaños, de todas las razas, de todos los colores, y este es un gran ejemplar.
- ¿De dónde eres?- Me pregunta el chico.
- De España, de Madrid.- Le contesto.
- Yo soy del Barcelona pero también soy del Real Madrid.- Me responde.
- Yo solo soy del Real Madrid, pero reconozco que el barca este año tiene  buen equipo, aunque le va a durar poco.
- ¿Y que jugadores te gustan?- Me pregunta mientras ya se puede vislumbrar en la lejanía el mar tras varias hileras de rocas.
- Raúl, Guti, Zidane. ¿Les conoces? Aunque si te refieres a cuales han sido mis jugadores favoritos, el mejor sin duda ha sido Laudrup, seguido de Schuster,  y Hugo Sanchéz.
- A mí me gustan Ronaldinho y Ronaldo. No sé quién es Laudrup.
-A mí también me gustan, Ronaldo es uno de los mejores delanteros que ha habido.¿No crees? Laudrup era un jugador capaz de dar un pase de gol mientras miraba hacia la grada y agradecía al presidente los millones que estaba cobrando. Y tú, ¿de dónde eres?
- Yo soy de Venezuela.
- ¿Y prefieres Aruba a Venezuela? Creo que aquello también es espectacular y las chicas venezolanas dicen que son las mas guapas del mundo.
- Sí, es bonito pero peligroso, no es fácil vivir allí.
-¿Por qué?
-Bueno, es peligroso…- Se queda unos segundos en silencio y vuelve a decir:
- Te pueden raptar.
Me gustaría preguntarle mas cosas sobre su vida en Venezuela; a qué se refiere cuando habla de peligro, cómo es su familia, cómo era su barrio, cómo ha acabado trabajando con su patrón aquí en Aruba… Pero no digo nada, imagino que la vida de este chico ha sido más dura de lo que puedo imaginar, y no soy un curioso ni me interesa abrir por error alguna herida que le haya costado cerrar (a veces una palabra equivocada puede cortar una cicatriz), por eso me callo y monto en silencio. Nuestras sombras se parecen (sin serlo) a las de los dos caballeros de la película de Ingmar Bergman el Séptimo Sello (yo me parezco más al caballero, mi joven amigo al escudero). Al cabo de unos minutos contesto:
- En España tenemos la lacra del terrorismo de la E.T.A.- Esto parece interesarle y me pregunta:
- ¿Has visto alguna explosión o algún atentado de cerca?
- Acostumbraba a veranear en San Sebastián, que es por cierto la ciudad mas hermosa de España, una mezcla entre Paris y Biarritz. San Sebastián está en el País Vasco y allí es en donde surge el problema del terrorismo, por lo que sí he visto por ejemplo estando tumbado en la playa como explotaba un coche en el puerto, o en el barrio de Amara que es en donde por aquel entonces vivía, también estalló una bomba en una tienda despertando a mi familia y a todos los vecinos. El sentir la potencia de una bomba es algo horrible, el estruendo hace que los cimientos de todo lo que se encuentra a tu alrededor se muevan, dando la impresión de que se produce un terremoto. Te sientes como la roca a la que puede sepultar una avalancha en cualquier momento.
Poco a poco el mar se va agrandando en el horizonte, mi caballo suda y mueve mucho la cabeza, necesita correr un poco y yo también. Puedo ver como unos americanos cerca de la playa hacen carreras con dos cuatro por cuatro. Va a ser necesario darles una lección de velocidad cuando estemos a su altura, puede que sea hasta peligroso, pero qué no lo es y el cuerpo me pide una dosis alta de adrenalina.
- ¿Qué deportes practicas?- Me pregunta el muchacho.
- Surf,  windsurf, kite-surf, submarinismo, fútbol, tenis, petanca, tenis de mesa, ajedrez, tiro con arco, parapente… Y después de la equitación que es mi deporte favorito, me gusta sobre todo lo demás el esquí. Para mi esquiar es casi como poder deslizarme entre las nubes, es un deporte de montaña y estás en contacto con la nieve.
- Yo no he visto nunca nieve.
- Tienes que verla alguna vez en tu vida, es como el mar, pero está dura y es blanca.
- En la playa a la que vamos se puede hacer surf, pero las olas pasan muy seguidas y hay muchas rocas en el fondo por lo que no es aconsejable. Aún así mucha gente hace surf aquí.  Yo prefiero el monopatín.
- A mi me gustaría saber montar en monopatín pero soy demasiado torpe como para sostenerme de pie sobre cuatro ruedas.
- En cuanto lleguemos a la playa nos ponemos a galopar. Yo con el caballo que tu llevas, al galopar cerca de la carretera he llegado a ir más rápido que los propios coches.- Me acaba de leer el pensamiento
- Te creo. ¿Y montas a todos los caballos del rancho? ¿También te deja el suyo tu jefe?
- El jefe, como tú le llamas, tiene dos caballos árabes, son de patas más frágiles que los demás y por esa razón no se pueden llevar al campo tanto como los otros. Una vez al mes sacamos a los caballos más rápidos para galopar por la playa, ¿tú cuánto tiempo te quedas?, Si estás aún aquí debes venir con nosotros la próxima vez.
- Es bonito trabajar con caballos.
- Pero también es muy cansado, no es solo sacarles, sino limpiarles y darles de comer. Además, tienes que estar muy atento cuando haces de guía, ningún turista se te puede caer del caballo, si no tienes problemas con el jefe el resto de la semana. Las chicas trabajan mucho menos, llegan tarde, salen antes y pasan mucho tiempo en la cafetería o en la cocina.
- Es que son chicas.
- Ya, pero es que no se esfuerzan lo que deben. A un amigo del rancho ahora le ha pasado lo mismo. Desde que se enamoró de una holandesa que estuvo un tiempo trabajando aquí ya no trabaja nada. La chica se ha ido, pero él está atontado, hace las cosas muy despacio y no presta atención a nada. Le llamamos el enamorao, le decimos: ¡Que ella no va a volver!, ¡Que estás enamorao!. Pero él ni se entera, antes trabajaba más que nadie, y ahora no está pendiente de los turistas, tiene discusiones con el que tú llamas el jefe, llega tarde a todos sitios. Yo no entiendo como puede comportarse así por una mujer.
- ¿Era muy guapa?
- No sé si era muy guapa pero él está enamorao. Ya no sabe en donde tiene la cabeza, ya no puede trabajar. No sé como puede alguien actuar así por una mujer.
- Supongo que son cosas del amor.
Montamos en silencio. Nuestras sombras se parecen (sin serlo) a las de los dos caballeros de la película de Ingmar Bergman el Séptimo Sello (yo me parezco más al escudero, mi joven amigo al caballero). Al cabo de unos minutos me contesta:
- Sí, sí, es el enamorao.

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