lunes, 4 de noviembre de 2013

Fotografía Post-Mortem

A raíz de este puente en el que el mundo de los muertos ha rozado al de los vivos y en el levante ha hecho buen tiempo, distintos medios de comunicación han sacado artículos sobre asuntos escabrosos y de mal gusto. El último, la fotografía post-mortem.

El primer daguerrotipo de este tipo del que se tiene constancia es de 1840, es decir, justo al comienzo de la era fotográfica. Se dice que los muertos eran ideales para practicar fotografía, ya que eran capaces de estarse quietos durante las largas exposiciones. De hecho, uno de los motivos por los cuáles podemos distinguir al fallecido en una foto familiar conjunta era porque no está difuminado. 

Los motivos por los que se piensa que los familiares realizaban este tipo de fotos eran diversos. El más obvio, guardar la memoria de un ser querido. Mucha gente no podía retratarse en vida, o lo veía como un exceso. En el caso de los niños, por no olvidarles. También podían servir como testimonio legal, o incluso como postal con la que avisar del fallecimiento. 

Había distintas formas de retratar a los muertos. Podían retratárseles sentados, bien vestidos, alrededor de su familia. Los maquilladores aplicaban colorete e incluso les pintaban ojos sobre los párpados. Se podían colocar simbología especial a su alrededor, añadiendo lugares comunes de la muerte y del momento. Relojes con la hora del fallecido. Flores. La familia actuaba marcando el tiempo del difunto: esta es mi familia, esta es mi época, aquí me he muerto yo. En el caso de los niños, se les vestía de blanco. A veces se les colocaba en vertical dentro del ataúd, rodeados de flores, con cruces, simbolizando una ascensión. Otras veces, también en faldones, se les situaba en el regazo, durmiendo. En otras fotos la familia se situaba rodeando el ataúd o el féretro. Una gran cantidad de gente arrastrada por la horizontalidad de la muerte. 

Las fotos post-mortem no son ningún secreto en la era Internet donde en cualquier página tipo eskalofrio.com están. Además de que salieron en la película de Los Otros. Lo verdaderamente sorprendente es el tratamiento que se les da en medios serios. 

Entiendo que en laniñadelacurva.net seeleve a estas fotos a la categoría de leyenda urbana, ¿pero que en medios serios nos digan que estas grotescas fotos no tienen por qué serlo? Claro, en el siglo XXI ya no tenemos el mal gusto de morirnos. También hablan de que se les intentaba representar dormidos, cuando en la mente victoriana es difícil que se creyeran esa metáfora. Un día, mientras mandábamos a una señora a soñar con los ángeles fugaces del propofol el anestesista me dijo que observara bien: 

Es un sueño que no es un sueño, fíjate en cómo le cambia de color la piel, en cómo respira. ¿No ves cómo hincha la tripa pero no termina de llenarla bien? No, la anestesia no induce un sueño normal. Siempre juegas con la posibilidad de que el otro no se despierte. 
Las fotografías victorianas de los muertos nos colocan en frente de la muerte. De cómo era algo más cotidiano de lo que les era a ellos la fotografía. De cómo los muertos, muertos, ocupan - y siguen ocupando - su sitio entre nosotros. Hace 30 años, ante una muerte perinatal el personal médico se ocupaba de que la parturienta no viera a su bebé. Por cierto decir que hace 30 años y ahora, si el bebé muere dentro del útero, la madre debe parirlo como pariría a un bebé vivo. Así que allí abandonaban a la madre, puesta en anestésicos, con una subida hormonal solo parcialmente pinzada por la pastilla de cortar la leche, sola. Ahora mismo, en muchos hospitales, recomiendan ver al bebé. Acariciarlo, cogerlo. Fotografiarlo, solo y encima de los padres. No es una movida ni mucho menos religiosa. Compañías de fotografía se encargan de recoger estos momentos, íntimos y tabú. No lo hacen obligados como hablaban de los fotógrafos de muertes victorianos. Y esas fotos se atesoran en los armarios más profundos, se quieren en la distancia, como se quiere a las cosas de mal gusto. 

Y mientras nos disfrazamos de esqueletos, de muertos vivientes, nos tatuamos en los brazos calaveras mexicanas y nos sentamos a ver cómo destripan a alguien en televisión. Pero el afecto y la quietud de un muerto nos quema en las pupilas. 


La página de fotógrafos de duelo perinatal es esta: Now I Lay me Down to Sleep . Por si a alguien le interesa. 

2 comentarios :

  1. ¿Cuándo dejamos de querer ver a nuestros muertos? ¿Cómo se arrastra a través de generaciones la pérdida de un niño pequeño? Me acuerdo de la genial visión de Dalí al contemplar el cuadro del "Angelus" (1860) de Millet, y saber, que debajo de la pintura se ocultaba el féretro de un niño.

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    1. Supongo que cuando pensamos que la muerte es un fracaso médico o algo de residencias. Yo sólo he visto muertos en la carrera. De pequeña ni siquiera me dejaban ir a residencias. Así que para mí la muerte ha comenzado como un apéndice de las prácticas.

      Respecto a la mortalidad infantil o perinatal... Creo que no hay tabú comparable. Me llamó mucho la atención la iniciativa de estos fotógrafos. Ceeo que se espera que sea algo que se sepulte, una mala experiencia comparable a un accidente de tráfico. No entienden por qué el dolor de considerarlo un hijo.

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